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lunes, 20 de noviembre de 2017

El Árbol y la Vida...




Hace mucho tiempo existía un enorme árbol de manzanas. 

Un pequeño niño lo amaba mucho y todos los días jugaba alrededor de él. Trepaba hasta su cúspide, comía sus manzanas y tomaba una siesta bajo su sombra. Amaba al árbol y el árbol amaba al niño.

Pasó el tiempo y el pequeño creció y nunca más volvió a jugar con el árbol.

Un día el muchacho regresó al árbol y escuchó que el árbol le dijo contento: 

"¿Vienes a jugar conmigo?", y el muchacho contestó 

"Ya no soy un niño, aquel que jugaba alrededor de enormes árboles, lo que ahora quiero son juguetes y para eso necesito dinero". 

Lo siento, dijo el árbol, no tengo dinero... pero te sugiero que tomes mis manzanas y las vendas, de esta manera obtendrás dinero para tus juguetes”. 

El muchacho se sintió muy feliz, tomó todas las manzanas, obtuvo el dinero y el árbol volvió a ser feliz. 

Pero el muchacho nunca volvió después de obtener el dinero y el árbol volvió a estar triste.

Tiempo después, el muchacho regresó y el árbol se puso feliz y le preguntó: 

“¿Vienes a jugar conmigo?" 

"No tengo tiempo para jugar, debo trabajar, necesito una casa para mi familia (mi esposa y mis hijos), 

¿puedes ayudarme?" 

"Lo siento, no tengo una casa... Pero puedes cortar mis ramas y construir una". 

El joven cortó todas sus ramas, hizo su casa y esto hizo feliz de nuevo al árbol. 

Pero el joven nunca más volvió desde esa vez y el árbol volvió a estar triste y solo.

Cierto día, de un cálido verano, el hombre regresó y el árbol estaba encantado. 

"¿Vienes a jugar conmigo?”, volvió a preguntar el árbol. 

El hombre contestó: 

"Estoy extrañado y volviéndome viejo, necesito un bote para navegar y meditar, ¿Puedes darme uno?”. 

El árbol le contestó: 

"Usa mi tronco para construir uno, y así podrás navegar y ser feliz". 

El hombre cortó el tronco y construyó su bote y se fue a navegar por un largo tiempo.

Finalmente, después de muchos años, un día regresó y el Árbol le dijo, -

"Lo siento mucho, pero ya no me queda nada para darte, ni siquiera manzanas". 

El hombre contestó 

No importa, ya no tengo dientes para morder, ni fuerzas para trepar, estoy muy viejo". 

Entonces el árbol con lágrimas de savia le dijo, 

"Realmente ya no tengo nada para darte... Lo único que me quedan, son mis raíces". 

Y el hombre contestó, "yo no necesito mucho ahora, solo un poco de alivio y lugar para descansar, estoy tan cansado después de tantos años".

-"Bueno, mis viejas raíces son un buen lugar para descansar y para preparar una infusión. Ven, siéntate conmigo y descansa", el hombre se sentó junto al árbol, y así terminaron sus días, felices y unidos.


*Esta es la historia de cada uno de nosotros. 

El árbol es la vida, de la cual aveces nos alejamos, pero que siempre está ahí para nosotros, con sus frutos y enseñanzas, si la sabemos escuchar. Está en cada uno de nosotros saber escuchar los llamados de la naturaleza.

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